lunes, 12 de octubre de 2009

Moral de Hemingway, moral de Salander

Que la primera entrada de un blog sobre los tormentosos mundos de Lisbeth Salander sea sobre la moral no suena a casualidad. De hecho, la moral – o, más bien, la falta de ésta- es el eje alrededor del cual giran los principales personajes de Millenium. De entre todos ellos, es Lisbeth Salander la que nos pone en la mayor encrucijada, la que más nos da qué pensar, la que nos hace preguntarnos qué haríamos nosotros en su lugar.


¿No son éticos los actos de Salander? La respuesta sencilla parece ser la siguiente: ni Salander, ni ninguna otra persona, tiene derecho, por ejemplo, a atacar a un hombre y tatuarle en el estómago “soy un sádico cerdo, un hijo de puta y un violador”. Ésta y otras actuaciones de la joven resultan reprobables en un primer vistazo. Sin embargo, lo interesante de Millenium es que escribe toda una historia alrededor. ¿Acaso Lisbeth no tenía motivos para realizar ese tatuaje? ¿No había sido brutalmente violada por el hombre al que después humilló? ¿No es esa agresión sufrida por Salander un atentado contra la moral?

Y no sólo eso. Salander, como se subraya en la segunda entrega de la saga, ha sido víctima de otros abusos aún mayores. El Estado ha intentado apartarla, incluso borrarla del mapa, desde que ella era pequeña, para que no causara problemas que pudieran comprometer a la Säpo y/o a sus protegidos.


Después de todo... permanece en el aire una duda mayúscula: ¿Qué es la moral?

Un diccionario normativo la define como lo “relativo a las acciones o caracteres de las personas, desde el punto de vista de la bondad o malicia”. La propia Salander sabe que muchas de sus acciones se rigen por la venganza y no persiguen ningún fin más allá de su propia satisfacción. Si sus acciones son socialmente calificadas como inmorales... a ella le importa poco. Parece que Lisbeth se muestra más favorable a la definición de moral que en su día dio Ernest Hemingway: “La moral es lo que hace a uno sentirse bien y lo inmoral es lo que hace a uno sentirse mal”.


Probablemente, la moral sea algo que no sólo evolucione con el tiempo sino también según las circustancias concretas. En mi opinión, pedirle a Lisbeth Salander que siga la moral mayoritaria de un Estado que demuestra ser inmoral es toda una contradicción. ¿Por qué iba alguien a seguir la moral de los chanchullos financieros, del tráfico sexual, de la violencia de género, de la marginación de personas? ¿Por qué Lisbeth debe seguir la misma moral que rige un Estado lleno de secretos?


Lisbeth tiene una ética, una moral. Su moral. Y ésta hace dudar hasta parecernos mucho más racional, más lógica, que la de un Estado y una sociedad corruptos.


Por Andrea Pelayo Herrera.

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