jueves, 29 de octubre de 2009

El deporte es un juego… ¿o no?

El ser humano se muestra violento en todo tipo de ámbitos de la actividad humana, ya sea en relaciones personales, laborales, familiares, políticas… por lo tanto, no deberíamos estañarnos de que el deporte se englobe en una de ésas actividades. En numerosas ocasiones me he planteado si el deporte es agresivo en su naturaleza. Si buscamos la definición de deporte en el diccionario, no aparece en ningún momento nada relacionado con la violencia, sin embargo, aparecen otros términos que suelen ir ligados a comportamientos agresivos que, sumados a la descarga de adrenalina, pueden resultar violentos, hablamos de términos como competición, sujeción a las normas, placer o ejercicio físico.

Después de reflexionar un rato sobre cómo influye la violencia en el deporte me han venido a la cabeza deportes como el boxeo, la lucha libre o el karate, y me he dado cuenta de que he llegado a la misma conclusión que mi compañera Andrea: no entiendo el supuesto placer que proporcionan esta tipo de deportes a aquellos a los que lo practican. Entiendo que la competición genere, en momentos de calentamiento, comportamientos violentos en deportes como el futbol, el baloncesto o el tenis (el caso del tenis es curioso porque lo pagan siempre con las raquetas –recuérdese a John McEnroe-, gajes de no jugar en equipo supongo) que, a priori, no se basan en una actividad violenta ni requieren contacto físico con otra persona sino que su objeto es el balón o la bola. Entiendo que el hecho de que haya normas en un deporte implica que no todos las sigan, cosa que puede desembocar en actos violentos, nuevamente. Entiendo también que, biológicamente hablando, hacer deporte provoque alteraciones en las hormonas y que, por consiguiente, se pueda llegar a perder cierto control sobre tu cuerpo. Pero no entiendo que un deporte se pueda basar en la violencia, porque, para mí, el deporte se basa en un juego.

Es cierto que las disciplinas como el karate o el judo van más allá de actos violentos y se basan en un trasfondo espiritual, que juega con las emociones y con la defensa del contrario, yo no discuto eso. De hecho no tengo clara la distinción entre un deporte que genera violencia y uno que no (porque todos pueden llegar a generarla de un modo u otro), pero cada vez que veo a un niño que confunde el judo con dar patadas al contrario sin ton ni son me hago la misma pregunta: ¿No será que deberíamos separar los deportes que se basan en un juego de los que no y llamar a estos últimos de otra forma?

Por Cristina Valenzuela Martín

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