jueves, 7 de enero de 2010

Humanidad y justicia

Una de las cuestiones más complicadas que afrontamos con la lectura de Millennium es decidir si las acciones de Lisbeth son justas o no, si tiene razones para actuar como actúa, casi siempre al margen de la ley. Pero esta cuestión es dificil, precisamente, porque "justicia" es un concepto que en cada país y en cada momento histórico puede variar. El bien común es, cuanto menos, dinámico.

Cuanto más he reflexionado acerca de Lisbeth más me he dado cuenta de la compasión que muchos sienten hacia esta especie de justiciera postmoderna. Sin embargo, sus métodos son altamente cuestionables dado que no siempre buscan el bien común sino, muchas veces, persiguen el bien individual, su bien, que casi siempre pasa por saltarse la justicia o bien tomársela por su mano para ejecutar su particular vendetta.

La pregunta de hoy, planteada por Perceval, es: ¿Habría podido acabar todo bien sin que Lisbeth hubiera burlado la justicia o sin haber vulnerado la libertad de otros al jaquear sus ordenadores?

Muy posiblemente la verdad jamás se hubiera descubierto sin Lisbeth (o bien se hubiera descubierto demasiado tarde y su nuevo concepto de justicia dado que, como pudimos comprobar desde el primer momento, Lisbeth ha sido a veces ignorada por la justicia "
oficial" y, otras tantas veces, directamente maltratada por ésta.

La ausencia de justicia es, en el caso de Millennium, la mayor injusticia cometida. Y, a partir de ahí, todo lo demás funciona mal. Por ello, aunque el final de la saga sea positivo según la moral predominante (ya saben: los malos malísimos acaban o muertos o en la cárcel), no puedo evitar quedarme con un mal sabor de boca que significa, básicamente, que hubiese preferido que la justicia "oficial" funcionase siempre y así tendríamos que evitar sentirnos bien con héroes vengativos como es, en realidad, Lisbeth Salander. La heroína que se atreve a hacer todo lo que los lectores querrían hacer ante tales injusticias que retrata un Larsson resentido con una sociedad en que todo está prohibido, deformado, corrupto. Lisbeth es, simplemente, la heroína marginada, fría y cruel. Pero heroína y vencedora, al fin y al cabo.


"Sé justo antes de ser generoso. Sé humano antes de ser justo"
Fernán Caballero.







Por Andrea Pelayo Herrera

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