lunes, 11 de enero de 2010

Perfiles: Wu, un torrente de sexappeal e inteligencia

Lo confieso. Soy una de esas personas que suele coger manía a los personajes principales de cualquier libro o serie de televisión. Demasiado protagonismo, debo pensar. Pero es que no me lo negarán: normalmente son los personajes secundarios los que dan salsa a la trama.


Es muy posible que en el caso de Millennium Lisbeth robe toda atención gracias a su carisma. O más bien a su misterio. Todos queremos averiguar qué hay detrás de la mirada inexpresiva de la pequeña Salander, aunque nadie lo consiga finalmente. Y es ese intentar entender a Lisbeth lo que hace que dejemos de lado a otros grandes roles como el de Mimmi.


Miriam Wu se presenta de forma intermitente en los dos primeros libros de la saga. No será hasta el segundo libro que obtendremos una descripción detallada de ella.


¿Qué sabemos de Mimmi?

Sabemos que su madre era china y que por ello tenía el pelo liso y de color azabache. Sin embargo, sus genes suecos, debidos a su padre, le habían dado unos ojos azules cuya combinación con los rasgos orientales era peculiar. Además, también sabemos que estudiaba sociología en Estocolmo y que trabajaba un día por semana en una tienda de ropa picante de la que era copropietaria.


Después de tantos detalles nos falta averiguar algo esencial... ¿qué hace estar a esta chica de 31 años con Lisbeth?


Más allá del puntazo que puede tener para algunos la posible homosexualidad de Lisbeth (sólo hay que ver el trailer de la segunda entrega donde aparece un principio de escena tórrida entre Lisbeth y Mimmi), Mimmi es uno de aquellos secundarios imprescindibles, a pesar de su efervescencia en la historia, ya que arroja luz sobre Sally en cada aparición. Es Wu la que da con la clave de la sexualidad de la protagonista, por ejemplo: Lisbeth no es lesbiana ni heterosexual. Es sexual, simplemente. Esta falta de clasificación de su sexualidad nos da un apunte más sobre lo poco que le importan a Lisbeth las etiquetas y lo socialmente establecido.


Wu también es un alma libre y madura. Lo demuestra, sobre todo, cuando tras un año y medio de no ver a Lisbeth la deja entrar a su casa. Y a su cama. Mimmi no quiere complicaciones. Simplemente ve en Lisbeth una persona con la que mantener relaciones sin pedir nada a cambio. Es lo mismo que ve Sally en ella, de ahí la compenetración y el respeto que se tienen ambos personajes.


En resumen, Wu es exactamente otra auténtica mujer en manos de Larsson: una fémina decidida, independiente, libre, fuerte, inteligente, vital y, encima, con morbo. Imparable.


Como siempre, los personajes femeninos de Larsson (Lisbeth, Mimmi, Berger, Giannini o Figuerola) dan a entender que el sexo femenino es quien lleva las riendas, aplastando a los personajes masculinos cada vez que las chicas aparecen en escena. Este hecho ha acabado convirtiendo el título del primer libro del autor sueco en todo lo contrario de lo que él era: el hombre que amaba a las mujeres.

Por Andrea Pelayo Herrera.

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