domingo, 29 de noviembre de 2009

Mundo corrupto, sistema corrupto

Estoy en parte de acuerdo con la definición de Mario Vargas Llosa sobre Millennium, especialmente cuando habla de que, en el libro, Suecia aparece como la sucursal de infierno, en la que se ha expandido una pandemia de corrupción en proporciones desmesuradas. Cuando lees el libro de Stieg Larsson, llega un momento en el que te empiezas a cuestionar hasta qué punto no estamos controlados continuamente, te planteas tu seguridad cuando estás navegando en tu ordenador o haciendo cualquier otra actividad cotidiana. En mi opinión, la visión de Larsson es un poco exagerada, pero es que no debemos olvidar que se trata de ficción. Es normal que en un libro, o en una trilogía en este caso, se condense todos los hechos para hacerlo atractivo. El lector debe aprender a extrapolar lo que lee, claro está que casos como los de Lisbeth debe haber, pero no a borbotones (espero).

La primera cuestión que se nos ha planteado, sobre quién va a gestionar la información, es difícil de responder. La información que sobrepasa los límites de la ley no es precisamente sencilla de encontrar. En Millennium, Lisbeth es una más dentro de una especie de mundo de hackers que controlan la información en el mundo, o al menos en el mundo de la red. Pueden acceder a tu ordenador en menos de cinco minutos, y saber qué haces y cuándo lo haces. No puedo responder a la pregunta sobre quién va a gestionar la información porque, sea quién sea, no creo que lo sepamos nunca abiertamente.

Sobre quién va a defender al ciudadano frente a los que intentan violar su intimidad, creo que la respuesta es que cada ciudadano deberá defenderse a sí mismo. Es difícil defender a una persona de alguien que no sabemos quién es. Llega un momento en el que tu te tienes que hacer cargo de tus derechos porque no sabes si quien dice defenderte es de fiar o no. Precisamente, en Millennium la policía no sale demasiado bien parada y, en teoría, es la institución encargada de velar por la seguridad y los derechos de todo ciudadano... en teoría. Si en la misma policía la corrupción aparece como el pan nuestro de cada día, ¿qué cabe esperar de cualquier otra institución o persona?

No creo que Larsson se proponga nada en concreto. Más bien creo que, a medida que iba escribiendo sus libros, se dio cuenta de lo deteriorado que está el sistema en general. La política, la policía, el periodismo... todo en general, todo lo que comporta la moral necesita ser renovado, pero no es algo que esté en nuestras manos. Si Larsson se propone algo, es probable que sea una utopía.

Por Cristina Valenzuela Martín



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