lunes, 30 de noviembre de 2009

Una nueva mirada al mundo

En su trilogía Millenium, Stieg Larsson hace temblar todos los cimientos que, aún hoy, algunos podrían seguir considerando inquebrantables. Vivimos un momento y en un país asediado por los casos de corrupción y mentira a nivel político y social (sólo cabe ver el indigno caso Millet) así que no es ninguna sorpresa que el libro trate este tema ya que es completamente actual (y, a su vez, tristemente, completamente histórico). Lo que resulta interesante de Millenium es el enfoque: Larsson parece comprender la ineficacia de los políticos gracias a la falta de medios para luchar contra el mal. Yo no me atrevería a afirmar tal cosa y atribuiría más bien la falta de eficacia a la ausencia total de voluntad de mejorar la sociedad a la que gobiernan.


Además, el libro es capaz de cuestionarse hasta qué punto la moral predominante es la adecuada ya que con ella sólo se consiguen crear víctimas del sistema, eternos apestados que la sociedad jamás llegará a integrar.


Considero que lo que propone Stieg Larsson es una nueva forma de mirar. El autor sueco propone olvidar los conocimientos previos y observar de una manera nueva lo que sucede a nuestro alrededor. Larsson parece distinguir entre dos tipos de mal: el brutal, el injustificado, y el mal que, muchas veces, tiene un motivo detrás. Este segundo es el que acecha a Lisbeth, víctima del sistema y del rechazo social. Lisbeth actúa de una forma totalmente cuestionable. Pero lo hace por una razón, y eso parece exculparla. El mal verdadero es irracional y gratuito pero existe otro tipo (el que deriva, por ejemplo, en una actividad delictiva como hacker o como violenta agresora contra los otros malvados) que es, en cierto modo, justificable.


Lo que también parece evidente en la trilogía es que Larsson, periodista además de escritor, tiene mucho que decir sobre los medios de comunicación. Posiblemente por su propia experiencia profesional o la de algunos compañeros, Larsson se muestra desconfiado con el funcionamiento de los medios, harto de titulares sensacionalistas y artículos sin documentar que son sólo un obstáculo más de la sociedad para esas personas que, como Lisbeth, tienen todas las puertas cerradas.




Por Andrea Pelayo Herrera

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